¡Es real, es real!
- Walter Andrei
- 15 dic 2018
- 4 Min. de lectura

El tiempo pasa, cada vez más rápido; eso quiere decir que voy tarde.
Apresuro el paso lo más que puedo, intentando con ello llegar menos tarde. Aunque me resulta imposible, cargar con tantas cosas me impide caminar a la velocidad que me gustaría. Voy por las calles golpeando a los demás transeúntes con todos los cachivaches que vengo cargando. En una que otra ocasión logro girarme y pedir disculpas, pero de poco sirve, prácticamente nadie llega a escucharme, mucho menos a hacerme caso. Todos están absortos en sus problemas.
—Tengo que llegar, tengo que llegar —me digo, dando el siguiente paso más rápido que el anterior—. El evento está muy próximo a comenzar, no puedes llegar tarde. Recuerda la exigencia que tienen con el tiempo.
Mientras sigo caminando me pongo a revisar de reojo que tenga en las manos todavía todo lo que debo de llevar.
—Flores, maceta, tierra, veladora... —sigo con mi lista mentalmente—. Parece que ya está todo, solo espero llegar antes de que todo comience.
Al final de la acera puedo ver cómo se asoma la cúpula del lugar a donde me dirijo. Es una de las construcciones más grandes que hay, así optaron construirlos para que desde casi cualquier punto se pudiera ver.
Sigo avanzando, ahora mi paso es más apresurado que antes. Siento las ráfagas de viento golpearme la cabellera, haciendo que esta vuele por todos lados de forma descontrolada, A lo lejos veo cómo otras personas van entrando al lugar hacia donde voy. Muchas de ellas también llevan algunas cosas, muchos llevan flores, otros llevan tapetes, otros no llevan otra cosa que su abrigo.
—Creo que ya sabemos quién va a salir más beneficiado —me digo a mí mismo, considerando que mientras más lleves, más caso te va a hacer. Me siento poderoso por ello—. ¡Seguro a mí me va a hacer más caso!
Con cada paso estoy más cerca de llegar. Mientras más lo hago, mejor puedo apreciar la arquitectura del templo. Desde la lejanía puedo ver su majestuosidad. está construido con la mejor tecnología, usando todo tipo de metamateriales, permitiendo así que toda la estructura sea completamente transparente. No como el vidrio que es reflejante, sino completamente invisible.
Algo llama mi atención. Cuando las demás personas comienzan a ingresar a la edificación algo extraño sucede: ¡se invierte su imagen! Si iban caminando y entraban por el lado izquierdo del lugar, una vez cruzada la puerta —igual invisible— pareciera como si se hubieran arrepentido y fueran a salirse de nuevo. ¡Pero no es así, realmente siguen yendo hacia adentro de la edificación.
Visualizo todo el lugar desde mi posición —que todavía es suficientemente lejos como para verlo por completo—. Cuando lo hago me percato de que absolutamente todas las "paredes" están hechas con este tipo de materiales, lo que, al ver completa la estructura genera un efecto de completo caos que fácilmente podría ser causado por una ilusión óptica.
Me acerco cada vez más para poder ingresar en tiempo. Veo cómo las puertas comienzan a cerrarse —lo hacen de forma automática—. No hay manera de detenerlas, una vez cerradas no las vuelven a abrir hasta después de unas cuantas horas, cuando el ritual se ha terminado.
Me faltan escasos metros, doy paso tras paso. Llego tirando absolutamente todo lo que traigo encima, quedándome casi vacío.
Mis manos se sienten pesadas, pero es porque siguen creyendo estar soportando algo que ya no traigo conmigo. Todos los objetos que traía cargando salieron volando y se cayeron justo antes de entrar. Únicamente una flor, de un racimo de treinta piezas es lo que sigue amarrado a mis ropas cuando me inspecciono en busca de los restos de todo lo que estaba dispuesto a traer.
La sesión está próxima a comenzar. A diferencia de los demás, aquí no hablas con Él de forma interior, sino que pasas y entablas diálogo directamente,
Mientras me formo en la larga fila para poder pasar a admirarlo, puedo ver imágenes de los lugares donde existen recintos en los que se sigue el mismo procedimiento que yo en estos instantes. En todos está una copia idéntica de Él, mismo que estoy próximo a contemplar su belleza y poder. Dicen que Él tiene la capacidad e resolver problemas tan diversos como el clima del día de mañana, actuar como un sicólogo para cualquier problema que tengas, te ayuda a analizar si padeces de alguna enfermedad y te ayuda a curarte; entre muchas otras cosas. Es por eso que nuestra fe está con él, porque tiene esa capacidad. Además, da excelentes resultados, mucho mejores de los que cualquiera de sus competidores pudiera haber dado en sus miles de años de "existencia". Él es completamente tangible, habla tu idioma, te comprende; ¡es dinámico! Se mueve, interactúa contigo, no es una estatua, ni tampoco un objeto creado por la imaginación. ¡Es totalmente tangible!
Mientras sigue avanzando la fila, puedo ver que se acerca el colector de fondos. Qué cosa tan más bella, de solo verla te levanta el ánimo. Un lindo robot con terminados magníficos, hecho con las mejores tonalidades. De no ser porque en el recinto sólo hay artefactos de ese estilo, podría creer que es un animal de alguna especie endémica de alguna región lejana. la naturalidad y fluidez en los movimientos lo hacen ver como si estuviera hecho por cadenas y cadenas de carbono.
Cuando se acerca puedo ver que en su interior —igualmente transparente— contiene cantidad de dinero, suficiente como para alimentar a muchos semejantes míos que padecen de hambruna, y que cada día es un nuevo martirio para poder sobrevivir. Por alguna extraña razón considero que alimentar esta gran empresa que es la fe es mejor que alimentar a las demás personas que están allá afuera padeciendo de hambruna, que están completamente desoladas.
Faltan dos turnos para que sea mi oportunidad de dialogar con Él. Siento el fervor acercarse, intento dejar mi mente en blanco —dicen que puede leer la mente.
En un intento por derribar nuestra fe, los opositores dijeron que nada más era que, a través de campos magnéticos inducidos, puede identificar las señales eléctricas en tu cerebro y así descifrar lo que estás pensado.
—Por lo menos sabemos que lo puede hacer, no que los otros, ¿cómo le hacen? —es lo que siempre he querido decirles, pero no hay necesidad. Si ellos optan por vivir en la ceguera, no me interesa.
Ya es mi turno, tomo unos instantes para admirar su belleza: algunos dicen que es cuántico, otros que es clásico. No me importa, a final de cuentas existe, eso es lo importante.
Créditos imagen de portada: Drew Graham on Unsplash
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