¿Cuál es su nombre?
- Walter Andrei
- 1 dic 2018
- 5 Min. de lectura

Camino por la calle desolado, completamente absorto en mis pensamientos. Tengo la noción de que mi dispositivo Fari no me ha alertado de nada desde hace ya algún tiempo, no me extraña, pero me entristece.
Ando a toda prisa, no me detengo en los absoluto por nada ni nadie, independientemente que choque con las demás personas. Muchas de ellas ni siquiera se enteran cuando las impacto, simplemente hacen un gesto de disgusto y siguen avanzando. Algunas otras tratan de arruinar mi vida, pero ya no pueden más.
Si tu pregunta, sí, la tuya, lector mío, es ¿por qué ya no pueden arruinar más mi vida? Podría contarte mi vida completa, pero sería muy desesperante. Para tu suerte, hay alguien que ya la vivió y se tomó la molestia de resumirla en poco más de seis decenas de minutos. Suficientes como para comprender lo que me ha pasado.
Condiciones muy similares existen entre mi realidad y aquella que les puede contar algo parecido a mi historia. Una diferencia radical: el uso de los dispositivos. Ciertamente hay una calificación a las personas, que por cierto la mía es mucho más baja que la mostrada por mi semejante en la otra realidad.
Caminas por la calle, te cruzas con personas que no conoces y que jamás has tratado; pero tienen el derecho de evaluarte. Pero claro, eso no es lo importante, de alguna manera eso ya estaba desde hace cantidad de años que me cuesta pensar un mundo sin ello. ¿Alguien todavía recordará cuando nos evaluábamos según qué tan alto estuviera un número, un vulgar número llamado "seguidores"? La reforma de ese estilo de evaluación de las personas cambió hace mucho debido a las injusticias que enfrentaba, así que el sistema se reformó a algo parecido a lo que vivió mi semejante en su historia. Empero, ese no es el motivo esencial del funcionamiento del sistema Fari, es más bien una consecuencia, algo así como una retroalimentación negativa que controla el sistema dinámico y que impide se acerque demasiado a la zona caótica.

El verdadero propósito de los sistemas Fari fue la claridad, la transparencia. Su inicios fueron catastróficos, nadie estaba de acuerdo; fue por ello que quedó impuesto. ¿Cuál era su propósito? Que la persona dijera absolutamente todo, y que esta información fuera libre en lo absoluto, que cualquiera pudiera acceder a ella. El motivo: eliminar conflictos de cualquier tipo debido a la información escondida, además de quitar todo aquello relacionado con esconder información, de esta manera se destruiría la problemática de robo de información de cualquier tipo, además se eliminarían las contraseñas, lo que haría inútil intentar robarle algo.
Hoy en día suena fácil decirlo porque todos estamos de acuerdo, además, desde que nacemos se documenta cada una de nuestras acciones, haciéndolas de libre acceso. Pero en aquel entonces no era tan sencillo, la idea principal del mundo en esos tiempos era esconder todo, hacerlo privado, encriptarlo, pedir contraseñas, ocultar publicaciones, bloquear usuarios. Todo aquello no se podía venir abajo de una forma sencilla; por eso tomaron medidas drásticas. Aquellos que platearon la eliminación de la privatización de la información de cualquiera índole lanzaron una convocatoria, algo así como un juego para caza recompensas: mientras más información dijeras, más te pagaban.
Después de aquello, las relaciones sociales desaparecieron por completo. No hubo distinción entre la relación existente entre personas para que fueran inmediatamente a relatar todo lo que sabían sobre una persona en específico. Conocidos, ex-parejas, amigos, familiares; es más, había personas que se paraban en la calle simplemente para escuchar las conversaciones de los demás y ver si de ahí podían sacar algo que les dejara algo de dinero extra.
La iniciativa pronto obtuvo lo que quería, una base de datos suficientemente extensa. Si en este momento yo buscara sobre ello, y buscara la metodología que siguieron diría que lo hicieron convenciendo a la gente de que era lo mejor. Pero hay rumores de que no fue así, dicen que hacían pública la información de una persona y ponían una leyenda abajo:
Si tienes alguna duda o inconformidad con la información aquí mostrada no dudes en contactarnos.
Evidentemente el dueño de la información se ponía en contacto, y cuando lo hacía le daban toda la información sobre las personas que habían dicho todo, incitándolo a que fuera ahora él quien, en modo de venganza, dijera información sobre los demás. De esa manera formaron una cadena, logrando alcanzar casi a cualquier persona, por muy solitaria que fuera. Toda la información, los datos, las anécdotas, las cosas vergonzosas, los secretos, todo, absolutamente todo fue compartido a todo el mundo sobre cualquier persona en menos de dos años —este dato me cuesta creerlo todavía, pero es lo que sabemos actualmente—. El paso siguiente: hacer que ahora las personas portaran esa información y la compartieran con orgullo. ¿Cómo? Obligando a las grandes empresas —que por supuesto tenían muchos secretos qué perder— a que no aceptaran a ninguna persona como empleado a menos que usara un dispositivo Fari con toda su información.
Al principio fue difícil, pero lo lograron; ¡no pueden quedar miles de personas sin trabajo y no hacer nada! Rápidamente hubo los resignados que comenzaron a ocupar los dispositivos Fari, todo gracias a la necesidad de llevar algo qué comer a lo que les quedaba de familia, de hogar, de amigos; ¡querían recuperar su vida después de haber sido completamente destrozada!
Fue en ese momento que se implementó el sistema de calificación, nada difícil, todos sabemos que desde siempre se han tachado a las personas con números: calificaciones, capital, seguidores; nada que no se viera antes, incluso era la gente misma la que te calificaba. ¡Nada cambió, solo el modo en que se califica, pero no el hecho de que se califique en sí!
Después de aquello, todo fue caminando diferente; ahora es usual que cruces con alguien y si se te apetece le pongas una mala calificación, o que investigues algo de su historia y se lo recrimines.
—Viudo idiota, ya supéralo !Tiene veinte años que pasó! —escucho un grito por detrás de mi cabeza.
Veinte años exactos, apenas ayer fue su aniversario de fallecimiento. Veinte años desde que mi hermosa esposa me dejó desolado en este mundo. Los reportes dicen que fue por insuficiencia renal, pero no es cierto; fue un asesinato. ¡Yo la maté! La maté por revelar algunos de mis más recónditos secretos. Claro que ser el fundador de la idea de la información de libre acceso tiene sus beneficios, uno de ellos: manipular la información como yo quiera. Hoy viudo, mañana dueño de una empresa multinacional, el siguiente: escritor de historias de ciencia ficción.
Créditos imagen de portada: Geralt on Pixebay
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