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¿Qué píldora eliges?

  • Walter Andrei
  • 1 sept 2018
  • 4 Min. de lectura

Un día más, exactamente igual a los anteriores: monótono.

Salgo de mi casa como es costumbre, y al hacerlo me topo con la iluminación que proviene de sobre nuestras cabezas todos los días y que prácticamente mantiene una intensidad constante desde que tengo memoria.


Memoria. Una palabra que resulta a veces tan sencilla de comprender, o de intuir, pero que cuando se intenta compartir resulta ser una de las cosas más complejas de describir. Y es que, ¿cómo recordamos? O más simple que eso, ¿para qué?


Tuve hace poco una discusión muy enriquecedora y a la vez extraña con Jyneg, un amigo que conozco desde que tengo memoria —irónico ¿no es cierto?—. Resulta ser que desde que recuerdo salir de mi hogar él también lo ha hecho, pasando exactamente...


—¡Hola! —escucho su voz proveniente de mi costado izquierdo. Como siempre, unos instantes después de que yo salga él se aparece, así ha sido siempre—. ¿Qué haces?


—Ya sabes —le contesto con tono irónico para hacerle recordar que llevo toda mi vida haciendo lo mismo—. Lo mismo de siempre —hago una pequeña pausa—. Estaba considerando hacerte la misma pregunta, pero no sé porqué siento que la respuesta va a ser la misma que siempre me has dado.


Suelta una carcajada cuando acabo la frase. Se baja de su bicicleta, y la acomoda en un rincón donde no impida el paso de los demás.


—Vamos, tengo ya bastante tiempo de conocerte —me dice.


—¿Y? —le contesto de forma algo agresiva. Sé hacia donde va esta conversación, y prefiero evitar que vaya en esa dirección.


—Pues que hay algo que te está torturando. En realidad —hace un gesto de pensamiento profundo— no es necesario conocerte de hace tiempo, eres demasiado obvio cuando hay algo que te está causando estragos en la cabeza. ¡Suéltalo ya!


—De acuerdo, tú ganas...


—¡Como siempre! —me reprime con una risotada y una mirada de superioridad que tiene como propósito hacerme caer en cólera.


—¡Cállate ya! —le espeto mientras intento hacer un gesto que demuestre enojo, pero no lo logro, la necesidad de contarle a alguien lo que pasa por mi cabeza se roba toda mi atención—. ¿Recuerdas la discusión que tuvimos el otro día? —asiente con la cabeza aunque su rostro muestra incomprensión—. Bien, pues he seguido pensando en ello.


—Eso no me parece sorprendente, al contrario, es muy usual en ti. Recuerdas aquella vez que...


—¡Todavía no acabo! —le inquiero con desesperación— Es algo todavía más serio de lo que pudimos llegar a pensar en aquel entonces. He intentado hilar desde lo más superficial hasta lo más profundo de aquello que nos rodea, y más que eso, lo que nos sucede.


—Parece doloroso, espero que no se te haya sobrecalentado el cerebro mientras... —comienza a decir entre risas mientras se acerca para tocarme la zona del lóbulo frontal simulando que me está tomando la temperatura.


Mi gesto parece decirle más de lo que mis propias palabras pudieran hacer: ya basta de bromas, esto es algo serio, porque se detiene en seco y deja de reírse.


—Bien, te escucho —inquiere con tranquilidad.


—Gracias —le respondo si emular gesto alguno—. Te estaba diciendo que en realidad me he puesto a meditar aquello, digo, ¿en realidad resulta imposible definir memoria? No me la creo, simplemente no estoy de acuerdo, además... —me detengo, la idea surge rápidamente y hago todo lo posible por no perderla, así que la digo tal y como viene, sin siquiera hacer el intento por razonarla—. ¿Te acuerdas de qué hacíamos antes de que nos conociéramos?


—No —contesta sin mucho interés.


—Bueno. ¡Yo tampoco! ¿No te intriga eso? —hace el intento por contestar, pero lo interrumpo—. Como sea, a mí sí me llama la atención, y eso ha sido suficiente. Pues verás, nuestros recuerdos son casi los mismos todos los días, siempre salgo cuando la luminosidad está en cierto ángulo, así como cuando tiene cierta intensidad; por otro lado, siempre pasas exactamente a la misma hora, justo cuando estoy saliendo, casi sin margen de error. ¡Cómo no lo pude haber notado antes!


—¿Qué cosa? No comprendo lo que quieres decir.


—Es más sencillo de lo que parece —le afirmo—. Supongo que has notado algo diferente en cada uno de los integrantes de nuestra comunidad.


—Supongo que sí, todos somos diferentes.


—¡Exacto! Todos somos completamente diferentes, pero hay algunas diferencias que han llamado mi atención más de lo normal. Verás, cada quien tiene diferentes estaturas, pero hay algunas que son extremadamente diferentes, por ejemplo tú y yo prácticamente estamos a la misma altura, pero el hijo de Rokeg no, es casi la mitad de nosotros y además sus características son muy diferentes a las nuestras, el tamaño de sus manos, de sus pies, la textura de su piel, ¡ahora compáralo con Rokeg, conmigo , contigo!


—Creo que te voy entendiendo, pero no veo a dónde quieres llegar.


—Falta un detalle más, y este es crucial. ¡Ninguno jamás cambia! Por más que pasan los días ninguno cambia en lo absoluto, todos somos siempre iguales, los mismos. ¡Nunca envejecemos!


—¡Qué! ¿Cómo puede ser eso posible?


—No lo sé, de lo único que estoy seguro es de que, por más que busques en tus memorias, jamás vas a encontrar a alguien diferente, todos somos siempre iguales; y eso no es todo, todo pasa exactamente igual prácticamente siempre, salvo por alunas ocasiones esporádicas en las que algo cambia, excepto nosotros mismos.

—Pero, si no crecemos, ¿qué somos? No se supone que todo lo que está vivo tiene que envejecer, morir, y demás.


—¡Maldita sea, no lo sé! No tengo idea de cómo poder resolver esto. ¿Quién soy? No, más bien sería ¿qué soy? ¡Qué cosa soy!


No he acabado de gritar cuando un estruendo se hace presente y provoca que la conversación se pierda, así como...

Photo by Daniel Falcão on Unsplash



—Simulación 1...9...2...8...3...7...3 con tiempo de ejecución de 15 segundos —argumenta una voz dulce—. Resultados agregados al archivo sim_com_con_hum_1928373, las gráficas se muestran en la pantalla superior izquierda.


—Los resultados ya fueron subidos a la plataforma —le contesta una voz ronca—, ahí serán unidos con los demás para su posterior análisis.



—Preparando la siguiente simulación, ciudad virtual lista —inquiere de nueva cuenta la voz dulce con tono emocionado.



Photo by Joel Filipe on Unsplash

Créditos imagen de portada: Markus Spiske on Unsplash.





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